domingo, 20 de julio de 2014

Mi primera experiencia homosexual

«Tenía su pico en mi mano, no había vuelta atrás».

Tercero medio, segundo semestre.

Todo partió en un carrete por el cumple de un amigo que todos sabíamos que era gay, muy gay. Súper gay. Masivamente gay.

Lo digo así porque en un colegio de hombres a algunos se les nota mucho, ni siquiera lo disimulan por temor a que el resto del zoológico les saque la cresta. Precisamente, uno de aquellos que no pasaba desapercibido estaba celebrando en su casa con un ambiente pasado a diversidad. 

Era la época en que todo era oscuro, como cuando fue el auge de The Rasmus, Evanescence, The 69 Eyes o Lacrymosa, pero no hueones góticos, si no que alterno-darks o unas hueás asís.

Llega la hora del tuto y colchón de plaza y media salvaje aparece. Agarré lado al tiro y me puse al borde, mi amigo con otro tipo al lado, así que éramos los tres no más. Una prima de él dormía en un sillón y dos personas más en  los otros. La mina no me pescó, debo decirlo. Me calentó la sopa toda la noche y al final me aburrí y me enojé, así que la dejé sola y me tiré en el sillón.

Todos raja a los pocos minutos, porque cuando uno es chico toma para quedar como piojo y no saber nada de nada.  Sí, claro, todos raja, menos los tres giles que estaban en el colchón.

Silencio. Oscuridad. Silencio. Botón de pantalón. Silencio. Cierre bajando. Silencio.

 —“No” dijo una voz.
 Shhhh le respondió la otra mientras se ponía cucharita detrás de él.

Yo no veía ni una hueá, pero sabía todo lo que estaba pasando. Al tipo que se lo iban a meter estaba al lado mío y yo más encima dándole la espalda. Así que haciéndome el dormido me di vuelta mirando hacia arriba (figurativamente, no miraba porque tenía los ojos cerrados). Pensé que mi movimiento los detendría. Nope.

Ahora escuchaba los gemidos en mi oreja, cerca, muy cerca. Tan cerca que hasta sentía el olor de su aliento y era agradable. Siempre me ha gustado el aliento que deja el vodka en las personas, no sé por qué.

Algo llamó mi atención. Pensé que me estaba tocando la mano con la suya pues sentía cómo su dedo estaba en mi palma abierta, pero no, no era su mano, así que me paralicé: estaban culiando al lado mío y más encima su pico parado estaba en mi mano... por casualidad, espero.

Me dije a mi mismo: Si yo estuviera metiéndoselo a una mina y un amigo mío reclama, sería penca de su parte cagarme la onda, sería de mal amigo, por lo que siguiendo mi lógica juvenils y de buen cristiano samaritano, no hice ruido alguno y dejé que mi amigo penetrara al hueón que estaba al lado mío.

Esa noche merecí un Nobel de la Paz, por evitar la guerra de chuchadas y combos enlocico que le pude haber dado al par de maricones irrespetuosos con mi virginidad y espacio personal. Porque uno igual tiene su dignidad, en algún lugar.

1 comentario:

,firme con un nombre cualquiera al final del comentario si es anónimo :)